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Las detalladas descripciones de los padres sobre la vida cotidiana con sus bebés durante el primer año propiciaron la teoría de la musicalidad comunicativa de los humanos y el reconocimiento de la importancia de la melodía en el aprendizaje cultural. Utilizando los métodos avanzados de gráficos por ordenador para estudiar la acústica musical, se revelaron las cualidades afectivas de la voz y el ritmo en los patrones narrativos en las protoconversaciones de las madres con sus hijos durante los primeros 6 meses, en la charla de los bebés y en las canciones y rimas que las madres empiezan a compartir con sus hijos durante este período. Se ha demostrado que el bebé, incluso recién nacido, discrimina y comparte las emociones evocadas por las diferentes cualidades de los sonidos vocales e instrumentales y su combinación en secuencias melódicas narrativas con palabras y sin ellas. Los bebés aprenden a producir sus rimas infantiles favoritas con sus padres y hermanos, a veces utilizando rituales ancestrales. Esta capacidad de compartir y recordar el significado y el formato de los sonidos con las expresiones faciales y de las manos que los acompañan proporciona un apoyo vivo para el aprendizaje de todas las pautas de comportamiento cultural, incluido el uso de herramientas para las comidas y los juegos, y las primeras palabras del lenguaje. Las convenciones estéticas y morales se adquieren con la conciencia de los sentimientos de la vida expresados en el canto, y se utilizan para dar vida a las prácticas consuetudinarias. La poesía creativa de la danza, el canto y la narración de historias, el «cómo» de la expresión y no solo su aspecto fáctico se reconocen cada vez más como elementos importantes de la terapia y la educación temprana.