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En Lógica de lo peor, Clément Rosset analiza una causalidad concebida sin la sombra de una ley trascendental, que tiene lugar mediante la concatenación de las cosas en la inmanencia presente. Rosset ve esta causalidad inmanente en el psicoanálisis de Freud, no en el concepto de lo real de Lacan. Tal concepción de la causación se solapa con la del azar, que indica que las cosas carecen, lisa y llanamente, de razón de ser, que es en lo que consiste la tragedia. En toda la historia de la filosofía, el filósofo que comprendió más radicalmente lo que es el azar fue, paradójicamente, el que lo definió como una necesidad absoluta: Spinoza, «pensador trágico por excelencia». Exponemos y analizamos las implicaciones epistémicas y terapéuticas que emanan de esta comprensión.