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La ordenación en el delta del río Senegal, emblemática de los grandes proyectos hidráulicos en África Occidental y que se aceleró por la influencia de la profunda sequía en el Sahel, ha permitido asegurar la producción, pasando de una agricultura de secano y de decrecida a una agricultura de riego. Sin embargo, esta ordenación también ha ocasionado un trastorno completo de los ecosistemas y de la agricultura del delta, en contextos de políticas agrícolas y de modelos de desarrollo muy distintos desde los años 1960 hasta hoy, que representaron un reto continuo para la resiliencia de la agricultura familiar de esta región. Hoy sigue habiendo inseguridades en el acceso a la tierra, el capital y los mercados, ante las cuales se pueden plantear diferentes vías de adaptación, lo que permite cuestionar la noción de resiliencia.