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En la era del Gran Hermano, los dos conceptos interdependientes de transparencia y evaluación se han convertido en un lema. La evaluación se convierte en el medio para lograr la transparencia, de forma obsesiva, fetichista y sádica. El autor examina el surgimiento y los orígenes de estos dos fenómenos, así como de otros tales como la procedimentalización, la simplificación a ultranza y el consentimiento libre e informado. Propone comprender, desde su posición de psicólogo, los retos y los riesgos subyacentes, manteniendo un espíritu crítico y constructivo.