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Durante la adolescencia, el sujeto experimenta una crisis de identidad, una crisis de la lengua articulada con el Otro. Hoy en día, con el declive de la función paterna y de la autoridad, muchos sujetos se niegan a someterse al saber del Otro, ya sea el de la familia o el transmitido en la escuela, que se convierte entonces en un lugar imposible. De este modo, el tema de la adolescencia se convierte en algo clínico y político. ¿Cuál es el mundo que se practica, experimenta y examina sobre la base de la diferencia y el error, y no sobre la base de la identidad o incluso del ideal? ¿Cuál es el destino del amor y del deseo en un momento del declive del padre y la fragmentación de los cuerpos y las historias? Si la lengua, basada en la transmisión del padre, ya no tiene autoridad, proponemos que, en las conversaciones que entablamos con los adolescentes, encontremos la autoridad de la lengua arriesgándonos a hablar, confiando en el par de palabras que, articulándose una y otra, aporta significación a lo que cada uno está viviendo.