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Nuestra época es «cibermoderna»: lo virtual y lo real se entrelazan hasta tal punto que conforman nuestro mundo, así como nuestra forma de aprehenderlo, aprovecharlo y cambiarlo. La sociedad ya no es «fluida» o «líquida», sino translúcida: falsamente transparente –la intimidad compartida no es realmente intimidad, sino pseudointimidad hecha de mensajes que pueden ser difundidos, de lo privado destinado a convertirse en público–. «Translúcido», también, en el sentido mágico de «clarividencia»: las huellas virtuales que dejamos revelan quiénes somos; nuestros gustos y elecciones nos definen y, recogidos masivamente, definen qué es un grupo, un país, la humanidad entera. El autor, un filósofo, nos introduce en el nuevo paradigma del siglo: la «transrealidad». Tanto un «hechizo profundo» como una metamorfosis rica en potencialidades.