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Una revista socialista poco conocida, Révolte (1931-1934), revela la expresión del «espíritu de los años treinta» en una Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) marcada por el final de la guerra y la derrota de Tours. En el seno de esta pequeña tribuna parisina, un grupo de jóvenes militantes intenta renovar la doctrina socialista, «cosa vieja y demasiado conocida», y enderezar la «vieja casa» para que pudiera ganarse a las nuevas masas y asumir por fin sus responsabilidades al tomar el poder. Esta «Clase 22», una generación a la vez asustada y fascinada por la modernidad de la posguerra, desarrolló un discurso y un pensamiento propios que encontraron poco eco en la izquierda francesa. Sofocada por un partido que pretendía mantener a toda costa la unidad de una frágil familia socialista, luego invisibilizada por el triunfo del Frente Popular en la generación siguiente, la Clase 22 dejó de existir. Aun así, esta generación obstaculizada muestra cómo el «espíritu de los años treinta» impregnó el socialismo francés.